El Gobierno nacional oficializó la extensión de la cuarentena hasta el 17 de julio y anunció el retorno a una fase estricta en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Mientras tanto, las provincias del interior adecuan su situación con avances y retrocesos. Córdoba, con polémicas por las cifras de contagios, atraviesa el pasaje entre la reapertura progresiva y la “nueva normalidad”. Política, economía, crisis laboral y represión son los condimentos de una exepcionalidad que empieza a tornarse común y que tiene a la ciencia y la divinidad como respuestas posibles a la incertidumbre.
Por Gastón Klocker
Los anuncios presidenciales en cuarentena se volvieron costumbre en los últimos meses. El pasado 26 de junio, el presidente Alberto Fernández comunicó la continuidad de la extensa medida excepcional que rige en la Argentina. El mandatario, en compañía del jefe de gobierno de CABA Horacio Rodríguez Larreta y el gobernador bonaerense Axel Kicillof, confirmó el sostenimiento de las medidas restrictivas en todo el territorio nacional hasta el 17 de julio; además, anunció el retorno a una fase estricta en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), epicentro de los contagios de coronavirus.
El objetivo inmediato es detener el aceleramiento de contagios y evitar el colapso del sistema hospitalario: desde la Secretaría de Acceso a la Salud informaron que el nivel de ocupación de camas de terapia intensiva el país subió a 48,3%, una cifra que trepa al 54,1% en el caso del AMBA. De esta manera y ante el panorama desalentador, se pretende morigerar el ritmo de contagios, apuntando a la desocupación de camas y a la disponibilidad para quienes se vayan enfermando.
Los aglomerados, partidos y departamentos provinciales incluidos en la nueva fase de distanciamiento social, preventivo y obligatorio (1), continúan con una mayor apertura de actividades sociales, económicas, industriales, comerciales y de servicios, ya que cumplen con los siguientes requisitos: sus sistemas de salud tienen capacidad suficiente y adecuada para dar respuesta a la demanda sanitaria; no poseen transmisión comunitaria del virus y el tiempo de duplicación de casos confirmados no es inferior a 15 días; aunque gran parte también convive con retrocesos que obligan a rever las flexibilizaciones.
Cuestión de fases
Oficialmente, Córdoba superó a fines de mayo la fase estricta de aislamiento social, preventivo y obligatorio y quedó en condiciones de liberar actividades permitidas por la etapa de reapertura progresiva. “Con la ayuda de Dios y gracias al trabajo de nuestros equipos de salud, de Defensa Civil, de la policía, del COE, de los voluntarios y del Ejército, podemos decir hasta hoy, que el brote está controlado”, afirmó en aquel momento el gobernador Juan Schiaretti.
El cambio de status sanitario, que se profundizó a principios de julio, ubicó a la ciudad de Córdoba en iguales condiciones que diversas localidades del interior que ya tenían otra gama de actividades permitidas por sus cualidades de zonas blancas de contagios. “La Provincia ha ganado en posibilidades de trabajar y en libertades individuales”, aseguró Schiaretti durante los nuevos anuncios con detalles de los protocolos pertinentes para cada área.
La capital mediterránea asistió en esa sucesión a la apertura del sector gastronómico, esencialmente bares, restaurantes y confiterías, cuyos propietarios encabezaron diversas protestas en reclamo de ayuda estatal para solventar los gastos; y a nuevas flexibilizaciones que alcanzaron, con limitaciones, a las obras privadas en construcción, refacciones y tareas de oficios domiciliarios. Las autoridades insisten con el cuidado y la responsabilidad ciudadana para mantener una cifra manejable de contagios, y así evitar el retroceso a una fase más estricta.
El ala oficial indicó que los brotes en Córdoba tuvieron tres causales: personas que llegan a trabajar a la provincia o regresan de zonas con transmisión; camioneros que tienen el territorio provincial como destino o paso; y reuniones familiares que en muchos casos se convirtieron en sociales y superaron el límite autorizado de diez personas. El ámbito provincial se encuentra en un pasaje intermedio entre las fases cuatro y la nueva normalidad, que se caracterizaría por la movilidad de hasta un 85% de la población (2).
Cifras, versiones y oportunidades políticas
El Ministerio de Salud provincial informó que las aperturas y flexibilizaciones se deben a la efectividad de diferentes indicadores: en primer lugar, el porcentaje de casos sin nexo epidemiológico que se consideran como “transmisión comunitaria”, es decir que la mayoría de los contagios fueron contactos estrechos; la alentadora tasa de duplicación de casos, que se acerca a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (3); y la considerable disponibilidad de camas, ya que se cuenta con 740 camas críticas con respirador y 252 camas críticas sin respirador (UCI), y en la primera semana de julio solo se estaba ocupando un %1.
El Centro de Operaciones de Emergencia (COE), no obstante, aclaró que la Provincia continúa con transmisión comunitaria, y reafirmó la necesidad de respetar las medidas y tomar las precauciones necesarias. Por el momento, se mantendrán las restricciones para circular entre departamentos y los controles de personas que provengan de otras provincias. La principal sugerencia para evitar aglomeraciones es que los trabajadores de los nuevos rubros autorizados no se desplacen en transporte público.
En las últimas semanas, especialistas manifestaron que las cifras oficiales sobre contagios pueden ser erróneas, ya que los casos asintomáticos no son detectables rápidamente y esparcen el virus de igual manera. El médico cirujano Oscar Atienza se animó a sostener que el Gobierno provincial oculta cifras. “No tengo dudas: ocultan las cifras. Una de las razones por las cuales los números no dan, es porque cuando hacen los test, un 70% son test rápidos, que buscan el anticuerpo del virus en la gente, y no el virus Covid”, afirmó a Página 12 el magister en Salud Pública, quien considera que Córdoba debería estar en fase 2.
La tensión entre perspectivas obliga a pensar en posibles causas: ¿por qué el Gobierno provincial se arriesgaría a tomar una posición de ese tipo? En primer lugar, podría arriesgarse que ante una realidad compleja, la gestión debe mostrar una voluntad visible para la salida progresiva de una marcada situación de incertidumbre y malestar, que continuará al menos hasta la aparición de una solución integral al virus. Es decir, una voluntad que permita aflojar la cuerda de la flexibilidad -incluso ante los riesgos de rebrotes- y que probablemente encuentre una respuesta positiva en los sectores productivos y económicos más afectados, pero también en los trabajadores informales.
La estrategia política podría ser un segundo factor: el panorama nacional y el reposicionamiento que debe encabezar el oficialismo local en el marco del inicio de un nuevo mandato presidencial, otorga la posibilidad de pensar una lógica federalista (bien conocida en nuestro territorio, y a veces confundida a partir del tan difundido cordobesismo), ya que como afirma el politólogo Julio Burdman “la cuarentena está modificando en el imaginario social el rol del Área Metropolitana de Buenos Aires como centro político y modernizador de Argentina, y el desenlace de la crisis provocada por el Covid-19 podría modificar las relaciones de fuerzas y fortalecer los liderazgos federales” (4).
Los vectores económicos y políticos perfilan la posibilidad de un liderazgo surgido del interior, que aunque parezca lejana (el centralismo y sus instituciones volcaron a los líderes provinciales al control y trabajo en sus propios territorios) se presenta potable. “Si el virus mata a la lógica metropolitana y si hay una demanda fuerte de algo distinto, alguien deberá proveerla”, agrega Burdman, y no sería errado pensar en una avanzada schiarettista con efectos nacionales.
Municipálida y la represión en los márgenes
La gestión municipal atraviesa una marcada pérdida de credibilidad, vinculada esencialmente a una serie de decisiones en contra de los trabajadores: con la consumación de la reforma previsional provincial como contexto y el despido de centenares de trabajadores del Estado, el ámbito de la ciudad se caracterizó en los últimos meses, a pesar de la cuarentena, por un aumento significativo de marchas y movilizaciones de protesta, que superaron el temor al contagio y a la detención de la policía en pos de expresar sus exigencias. Empleados públicos, bancarios y choferes de ómnibus fueron protagonistas de diversos reclamos a empresas y autoridades, en un panorama de ajustes y recortes en todas la áreas. La apertura de actividades no oculta situaciones de riesgo como el crecimiento en la cantidad de personas en situación de calle, la precarización laboral y la crisis del comercio y la producción.
Asimismo, las medidas para la contención del virus tienen como contracara el aprovechamiento de las autoridades y las fuerzas de seguridad del Estado para perseguir y reprimir a los sectores populares, que experimentan situaciones extremas en los barrios marginados. La instalación de cordones sanitarios y estrictos controles viene repitiéndose en estas zonas desde un primer brote en Villa El Libertador, y en las últimas semanas alcanzó a barrios como Lamadrid, Mi Esperanza, Urquiza y Rivadavia. En estos espacios no sólo hubo un minucioso trabajo sanitario con testeos para determinar cantidad y cualidad de contagios través de los equipos del COE, sino también sucesos de violencia institucional y casos de gatillo fácil.
“Las periferias de las grandes ciudades son territorios potencialmente explosivos. En estos densos espacios populares, la consigna ‘quedate en casa’ choca contra las realidades cotidianas, no solo porque las familias ampliadas viven hacinadas y necesitan conseguir ingresos sino porque muchas de las cosas básicas que las clases medias hacen en su casa, como comer o acceder al agua, a menudo deben realizarse en espacios comunes por falta de recursos. Por eso, aunque de manera tardía, en el caso de las villas de emergencia en Argentina, el ‘quedate en casa’ fue mutando a ‘quedarse en el barrio’, como forma de cuarentenas comunitarias sin planificación, mientras se intenta aumentar de emergencia los testeos”, aporta Pablo Stefanoni (5).
Los cordones sanitarios son una medida de carácter temporal establecidos con el objetivo de ampliar la investigación epidemiológica a partir de test serológicos y test de PCR (hisopado), para prevenir la transmisión del virus y proteger a la población. El refuerzo de controles de circulación permitió a su vez el crecimiento de una violencia siempre presente. De esta forma, a las necesidades y limitaciones que ya poseen estos sectores vulnerados en el marco de la cuarentena, que no pueden ni movilizarse, ni trabajar, se suman el maltrato y abuso de poder, y los peligros de la marginalidad son los contagios, pero también las situaciones de incertidumbre alimentadas con violencia.
Brotes de fe
La provincia de Córdoba mantiene actualmente cuatro focos de contagio, en Capital, Malvinas Argentinas, La Falda y Villa Dolores; y se encuentra alerta por un considerable aumento en la expansión del virus. El 6 de julio, Córdoba reportó un récord de 40 nuevos casos en un sola jornada, siendo la cifra más alta desde que comenzó la pandemia. Por ese motivo, las autoridades confirmaron que no habrá más flexibilizaciones, al menos en las próximas semanas, con la pretensión de recuperar un bajo caudal de contagios.
El total de los brotes desde el comienzo de la pandemia llegó a 9: Geriátrico de Saldán, con 65 contagios y 9 muertes; Hospital Italiano, con 113 contagios y 11 muertes; Mercado Norte, con 52 contagios; Remedios de Escalada, con 39 casos; Villa Dolores, con 136 casos; Córdoba, con 34 contagios; Malvinas Argentinas y Barrio Ciudad de Mi Esperanza, con 53 casos; y La Falda, con 9 contagios (6).
“Gracias a Dios en Córdoba la situación es diferente pero no debemos descuidarnos”, advirtió el Gobernador en torno a la grave situación que atraviesa el Área Metropolitana de Buenos Aires y previo al aumento de contagios en la provincia. El panorama de flexibilización y aperturas quedó en pausa hasta la regularización de la situación, y al parecer, tanto la ciencia, como la fe, la esperanza y la divinidad serán respuestas y estrategias materiales y discursivas con el mismo precio en el largo camino a un verdadero mejoramiento.
Notas
(1) Las provincias que accedieron a esta fase son: Catamarca, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Neuquén, Salta, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y Tucumán.
(2) En lo que respecta a las fases previas, el aislamiento estricto consiste en una autorización de funcionamiento exclusiva para los servicios esenciales, una segmentación geográfica homogénea y un tiempo de duplicación de los contagios menor a cinco días; el aislamiento administrativo incluye nuevas autorizaciones, hasta un 25% de movilidad de la población; la segmentación geográfica: cuenta con excepciones provinciales en las autorizaciones, hasta un 75% de movilidad en la población, restricciones locales y un tiempo de duplicación de casos de más de 25 días.
(3) La OMS considera que una tasa de duplicación de entre dos semanas a un mes puede facilitar la flexibilización de actividades.
(4) “La crisis de la lógica metropolitana”. Julio Burdman. Le Monde Diplomatique. Edición 252, junio 2020.
(5) “Leña al fuego en América del Sur”. Pablo Stefanoni. Le Monde Diplomatique. Edición 252, junio 2020.
(6) Relevamiento del sitio ENREDACCIÓN.
Foto de portada: Iván Valencia para Covid Latam.