Fabián Alejandro Casiva, acusado por el crimen de la joven trans Azul Montoro, fue condenado a prisión perpetua por “femicidio”, en el juicio que finalizó el jueves 22 en la Cámara 9ª del Crimen de la ciudad de Córdoba. Lxs juradxs populares coincidieron con la calificación propuesta en su momento por el fiscal de instrucción y solicitada por la fiscalía de cámara y la querella en los alegatos. Para arribar a ese fallo rechazaron la inimputabilidad por trastornos mentales planteada por la defensa.
El agravante por violencia de género es inédito en la Justicia cordobesa, que nunca había llevado a juicio el crimen de una víctima trans. Azul tenía 23 años cuando en la madrugada del 18 de octubre de 2017 fue asesinada de 17 puñaladas y un golpe en la cabeza, en un departamento cercano a la “zona roja” del Mercado Norte cordobés. Allí sobrevivía como trabajadora sexual por falta de otras alternativas laborales.
Horas después, Casiva fue identificado y capturado, porque atendió una videollamada del celular que le había robado a la víctima. El hoy condenado tenía entonces la misma edad de Azul. Cumplirá condena en la cárcel de Bouwer.
“No me gusta lo homosexual”
La última jornada del juicio había comenzado con el testimonio de la madre de la víctima. Alejandrina Torres dijo: “Azul se sintió mujer desde chiquita. Nosotros la hemos acompañado siempre. No quisiera que ninguna familia pase por lo que estamos pasando. Nadie nos va a devolver a Azul, pero queremos que haya justicia. Yo no busco venganza, pero el que la mató tiene que ir a la cárcel”.
Luego los jueces ofrecieron la última palabra a Fabián Casiva. “Quisiera pedir disculpas a su madre, padre y hermanos –declaró–. Estoy arrepentido, no sé cómo decirles lo que estoy sintiendo… Yo sé que no voy a devolverle la vida, pero pido disculpas, yo no estaba en mis cabales, no entiendo lo que estaba pasando”. “Nunca anduve merodeando, como dicen. A mí me encantan las mujeres, no me gusta lo homosexual”, dijo luego Casiva subiendo un poco el tono, mientras un sector del público murmuraba indignado y las amigas trans de Azul lloraban de bronca.
“Basta de crímenes de odio”
Conocida la sentencia, una treintena de militantes LGTBIQ y de derechos humanos se congregó en la explanada de Tribunales II. “Este es un gran día de justicia para nosotras, porque somos seres humanos”-manifestó a Desafíos Urbanos Julia Palomeque, integrante del colectivo trans-. “Se ha caratulado la causa como femicidio y es un precedente muy grande en la provincia y a nivel nacional. La lucha recién comienza y vamos por más. Basta de crímenes de odio hacia nosotras”.
A su vez, Victoria Romero, referente de la Casa Trans Córdoba, señaló que la definición de femicidio no debe pasar por alto que “mataron a una mujer trans y eso es un crimen de odio contra nuestras identidades. Nadie nos va a devolver la vida de nuestra amiga, pero estamos tranquilas porque ha sido un buen fallo y una condena bien merecida”.
Alejandro Escudero Salama, subdirector de Derechos Humanos de las Minorías y Lucha contra la Discriminación de la Provincia, presente en el juicio desde su inicio, valoró: “Este fallo tiene que significar un hito y una oportunidad de enviar un mensaje a la sociedad, en relación a comprender la situación de las personas trans, con una expectativa de vida de 35 a 40 años, que da cuenta de un trayecto sistemático de discriminación, vulneración y violencia. Y tomar conciencia de que contra ellas hay una violencia normativa que puede terminar en el asesinato”.
Contexto
Durante la fase testimonial, las compañeras y amigas de la víctima sostuvieron la consigna “Justicia por Azul” y atestiguaron la situación de marginación y alto riesgo de vida que padece el colectivo, empujado a sobrevivir en la calle y la noche a falta de políticas efectivas de inclusión laboral. Casi todas coincidieron en afirmar: “El lugar (la ‘zona roja’ del centro cordobés) es muy peligroso y estamos expuestas a todo”.
El abogado Tomás Aramayo, que representó la querella de la familia de Azul Montoro, abordó en su alegato la “situación de vulnerabilidad” en que vive el colectivo trans: “Se inyectan aceite de avión para poder tener mamas o cola, por la imposibilidad de pagar una cirugía estética; las vemos en la calle semidesnudas en pleno invierno. También me pregunto por qué no vemos personas trans ejerciendo como abogadas, médicas o psicólogas. A tal punto ha sido reducida su condición, que en el único lugar que vemos personas trans es en la zona roja: están obligadas a trabajar como esclavas sexuales. Esa es la discriminación que sufre este colectivo que hoy se ve conmovido por lo que le ocurrió a Azul”.
“Basta de matarnos, queremos vivir en paz. Azul, haremos toda la fuerza del mundo para que se haga justicia”, expresaba un comunicado emitido antes de la sentencia por la Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA) filial Córdoba. En el desahogo colectivo que sucedió al desenlace del juicio, el cántico más repetido fue: “¡Señor, señora, no sea indiferente! ¡Se mata a las travestis en la cara de la gente!”.
Fuentes en red
https://latfem.org/prision-el-femicidio-de-azul-montoro/