En vez de exponer porcentajes y gráficos sobre los niños que están bajo la línea de pobreza, o los que dejaron el sistema educativo durante la pandemia, o los que están en conflicto con la ley penal juvenil -cosa que está muy bien contar-, decidimos sentarnos en la misma mesa y escucharlos -cosa que también está muy bien contar.

Así, en el marco del Mes de las Infancias, las chicas y chicos del comedor Rinconcito de Luz del asentamiento Ferroviario ubicado en barrio Alta Córdoba respondieron a una ronda de preguntas sobre superpoderes, lo que no les gusta del cole y su comida favorita, entre otros temas, y salió esta nota.

Por Marcelo Lucero

“Si pudieras retar a tus papás por algo ¿por qué lo harías?”. La pregunta, hecha con mucha malicia en el merendero Rinconcito de Luz del asentamiento Ferroviario de barrio Alta Córdoba, forma parte de una revancha propuesta a los chicos que, minutos antes, estaban terminando su apoyo escolar, dos días antes de festejar el Día de las Infancias.

No se trata de una venganza contra el sistema adultocéntrico capitalista opresor de las infancias -o quizás sí-, sino, más bien, de un momento de escucha a los chicos y chicas.

En vez de exponer porcentajes y gráficos sobre los niños que están bajo la línea de pobreza, o los que dejaron el sistema educativo durante la pandemia, o los que están en conflicto con la ley penal juvenil -cosa que está muy bien contar-, decidimos sentarnos en la misma mesa y escucharlos -cosa que también está muy bien contar.

Preguntamos cuál es su comida favorita, qué superpoderes les gustaría tener, cuál es la materia del cole que odian, entre muchas otras cuestiones, y, además, les pedimos que nos regalen un dibujo lindo. ¡Ah! también los sobornamos con una torta bombón.

Con un bolillero cargado de preguntas malintencionadas, nos sentamos junto a 12 chicos y chicas de entre 5 y 11 años, el viernes pasado a las 19.30, una vez que finalizaron sus tareas. Allí también estaba Nati, la titular del espacio, junto a dos voluntarios que todos los viernes ayudan a los niños y niñas a terminar las tareas del cole, para que les quede el finde libre.

Natalia Sajama atiende el comedor desde el 2001, que primero fue merendero, después sumó apoyo escolar, después almuerzo y, tras la pandemia, todo lo que hiciera falta para los vecinos y vecinas. Hoy reparte 170 raciones para las familias de la zona, de lunes a viernes.

En el comedor hay un par de loros y una mesa grandota y bajita de madera, con sillas escolares de caño que imponen a los adultos un esfuerzo mayúsculo para sentarse y quedar más o menos a la altura de las bendis.

Luego de las presentaciones necesarias para reventar ese clima que genera que un señor alto, barbudo y desconocido llegue a interrogarlos al lugar donde siempre estudian, comen y se divierten, la primera pregunta que asoma del bolillero le toca a Katia de ocho años. “¿Qué querés ser cuando seas grande?”, dice el papelito. Katia baja la mirada y me vuelve a ver a los ojos, como si tuviera las cartas ganadoras.

-“Bombero” -dice y uno de los loros grita.

-Bombera ¿por qué?

-Porque me gusta tirar agua a los incendios.

Yo le sugiero que le gusta salvar vidas y rescatar mascotas, para imprimirle altruismo a su respuesta empapada de deseo. Me dice que sí, que también.

A la pregunta se suma a responder Mateo, de 7, que levanta la mano y dice que quiere ser paracaidista.

El bolillero, que en realidad es una bolsa con tiritas de papel adentro, desalienta a los chicos que no entienden por qué le digo bolillero a una bolsa blanca arrugada del súper, pero no se echan para atrás y me siguen la corriente.

Ahora le toca a Agustín, de 6. “Si pudieras elegir cualquier regalo para el Día del Niño (en progresista, Día de las Infancias) ¿cuál elegirías?” Una bici naranja, dice. Agustín sabe andar en bici desde los cinco años. Le cuento que yo empecé a los 10 y me dice: “Ajá”.

La siguiente es Brianna, también de 6. Como no sabe leer o no tiene ganas, Mateo le lee la pregunta.

-¿Cuál es tu comida favorita?

-El arroz con salsa que me hace mi mamá, dice.

En otro momento le toca a Mara, de 11, responder al mismo interrogante. Mara dice: “Los tallarines con salsa de mi papá”. Su mamá está presente en el salón y se generan risas que reprochan sin querer un deber incumplido para su mamá. Lo dejamos ahí, sabiendo que es choto pensarlo. Algún lugar contra el que luchamos sabe que, si hubiera sido el papá el presente y la comida favorita de Mara fueran los tallarines con salsa de su mamá, nos sentiríamos en equilibrio. Gracias Mara (aplausos).

Al Mateo paracaidista, que a lo largo de la nota iremos confundiendo con otro Mateo por falta de rigor a la hora de registrar los diálogos, le toca la pregunta “¿qué tiene tu mejor amigo que lo hace especial?”. Mateo no duda y responde: “Me enseñó a andar en bici en el campo”. Luego agrega que no se acuerda el nombre de su mejor amigo.

Al otro Mateo, que tiene 6, el bolillero y el destino lo enfrentan a la pregunta: “¿Cuál es la materia que menos te gusta de la escuela y por qué?”.

Le doy opciones: lengua, matemática, plástica, música. Mateo piensa. Va a primer grado. En voz muy bajita me dice que le gusta escribir.

-¿Por qué? -le pregunto.

-Porque sí.

Le gustan los cuentos.

A la misma pregunta responde Ciro, de 8. Él dice que escribir le resulta “aburrido”, pero que le gusta plástica, porque le encanta dibujar caballos.

Después sale la pregunta “¿cuál es tu juego o juguete favorito?” y le toca a Axel, de 10. Lo tengo sentado a mi lado.

“Los autos. Tengo poquitos autos. El auto de escorpión de Hot wheels es mi favorito. Tiene las ruedas, la cara, los ojos y la cola. Es el más rápido que tengo”, me dice.

Ciro interviene para que no se pase el momento y nos recuerda que le gustan los caballos y jugar a la pelota.

Axel retoma la palabra y agrega que a él también le gusta jugar a la pelota “desde chiquito”.

Ciro vuelve a hablar porque recordó que, además, le gusta ir al cine con sus amigos y jugar a las atrapaditas o a la mano giratoria.

Superpoderes, retos y lo mejor de ser niño/a/e

Después, la charla se pone seria y hablamos de los superpoderes que nos gustaría tener. Santino (8) dice que le gustaría poder volar. “Sacate la mano de la boca”, le dice Nati, y Santino vuelve a decir que le gustaría poder volar, ahora sin la mano en la boca.

Axel se prende y dice que le gustaría ser rapidísimo. Uno de los dos Mateos agrega: “Súper velocidad, para ir muy rápido por todo el país. Como el chico de la película que se le creció la barba”. Se me viene a la cabeza Forest Gump (1994) y también estoy seguro de que no se refiere a Forest Gump.

Después le toca a Yazmín de 8 la pregunta “¿qué es lo mejor de ser chica? Acá les pediremos a varios que respondan.

“Ir a la escuela y hacer tiktoks”, dice Yazmín. Y Axel agrega que a las chicas les gusta pintarse e irse de joda, porque entendió que le preguntábamos a Yazmín qué era lo que más les gustaba a las mujeres.

Después le toca a Ezequiel. A Ezequiel le gusta hacer maldades. Su travesura favorita es hurgar cosas en la casa. “Sacate la mano de la boca”, le dice Nati. Cuando la mamá se va a hacer las compras, él, junto a sus hermanitos, saca todas las cosas del ropero, revuelve los cajones, explora todos los rincones y deja todo hecho un quilombo que, si quisiéramos romantizar la cuestión -porque no es nuestra casa la que desordenan-, podríamos decir que es un nuevo orden infantil. Además, Ezequiel aclara que le gusta surfear. Nosotros no repreguntamos.

Santino dice: “Mi favorita travesura es hacer helado con jabón y un poquito de agua”.

A su turno, alguno de los dos Mateos confiesa: “Mi travesura favorita es tirarme pedos adentro de la almohada para que él huela eso”, y lo señala al hermano.

Agustín dice que le gusta correr. “¿Vos corrés rápido? -pregunta-. Yo sí”. Después, Katia declara su pasión por jugar con sus amigas y Yazmín por pintarse y maquillarse.

Al final del día, antes de comer la torta, algo frustrado porque el “bolillero” no arrojó la pregunta “¿por qué cosa retarías a tus padres?”, busco entre las tiritas de papel, fuerzo el destino y hago esa pregunta.

El primero en contestar es Santino y no tiene piedad. “Retaría a mi papá porque se casó con otra. En Whatsapp tiene muchas mujeres. Anda casándose con otras mi papá”, dice Santino. “Pobre hombre”, se escucha desde el fondo.

“Reto a mi mamá, que nunca se lo he dicho, porque yo la vi viéndose con otro hombre en el celular… qué golpe bajo”, declara Axel.

Mateo paracaidista dice que retaría a su papá porque “hizo una casa en un campo que una chica le pidió. Le pidió casamiento, después todo se hizo un embrollo, quedó tirado en el piso, se llevó la mochila con la ropa nomás. Se le quedó toda la ropa allá. Por eso lo reté”.

Katia se suma a la catarsis y dice que retaría a su papá porque ve mujeres en el celular.

En el efecto contagio, Ciro dice que retaría a su mamá porque tiene muchas chicas en el celular. Alguien hace la pregunta hétero: “¿Chicos o chicas?”. Ciro dice “chicas” otra vez y después, “chicos”. Le consulto cuántos. Me dice que tiene 10 chicos en el celular.

Tinder, el principal motivo de reto por parte de los hijos.

Nati pone orden. “Las cosas que los papás o las mamás hacen entre ellos es cosa de ellos, pero estas respuestas no las quiero más”, dice.

En la nueva etapa de la pregunta, Mara asegura que retaría a su mamá porque a veces le dice a su progenitora que la tarea del colegio es una cosa y “ella dice que es otra cosa”.

Finalmente, Axel, más tradicional, dice: “Retaría a mi mamá porque no me gusta comer la verdura y me hace comer la verdura”.

-¿Qué verdura te hace comer que no te gusta? -le consulto.

-El tomate, la lechuga…

-Y hay alguna verdura que sí te gusta?

-Sí, la manzana.

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